viernes, 23 de septiembre de 2011

Lavanderas. Ropa limpia en el río

No hace mucho tiempo, el río era lugar también de tablas, jabón y ropa que lavar. El agua de las casas era para beber. A lavar había que bajar al río. Frotando entre puños morados de frío, maderas o piedras, la mujer sacaba las manchas de sudor y polvo de la camisa del hombre del campo.
Lavanderas en el entorno de Sevilla (1920) [1]
A veces sola como la lavandera de Violeta Parra [2] y la de Jaime León Cuadra [3] o en corro como las de García Lorca en Yerma [4], con frío o calor, se levaba en el río. Primero había que enjuagar, luego jabonar, otra vez enjuagar, y siempre restregar. El sol secaba la ropa sobre la hierba o tendida en el cordel, y la remataba de blanco si ayuda de lejías ni detergentes.
Lavandera de orilla [5]
Para lavar, agua y jabón, si acaso un poco de azulillo para ayudar al sol. El jabón era casero, no había otro. Se hacía a partir de aceite y sosa caústica. No era jabón de pH neutro que cuidara la piel como los que ahora se anuncian. Eso sí, eliminaba bacterias y manchas, pero a base de restregar, sabañones en invierno y llagas en las manos.
En las frías aguas del arroyo [6]
Cuando la alcaldía tenía recursos, aparecía el lavadero público. Desde el manantial o el arroyo el agua se desvía al pilón con muescas para restregar la ropa o huecos para la tabla de lavar. De esos lavaderos algunos han llegado a nuestros días como piezas clave del patrimonio histórico andaluz, pero la mayoría han desaparecido o están ruinas esperando ser dignos de inclusión en el Catálogo correspondiente, de lo contrario, como otros elementos de nuestro patrimonio hidráulico, se perderán en escombreras, y lo que es peor de nuestra memoria.
Lavanderas en la rivera de Huelva (1930) [7]
Ya quedan pocos lavaderos y lavanderas, y menos, orillas y ríos donde lavar. La técnica ayudó  a cuidar las manos, las lavadoras mecánicas y luego las eléctricas liberaron a las lavanderas, pero los nuevos detergentes y lejías condenaron en su día a nuestros ríos. No queremos ver lavanderas en los ríos, a no ser para que usos y tradiciones no se borren ni se olviden, pero tampoco queremos ver orillas vacías, ni ríos muertos.
Lavanderas de Córdoba (XIX) [8]
El río debe seguir siendo punto de encuentro, de habladurías y cantos de lavanderas, de comunión pasada de ropa, agua y jabón, de mujeres lavando sudor y arena, de ropa limpia en canasto de mimbre, de esperanzana y vidas por vivir.
Lavanderas del Tesorillo [9]
Aquí voy con mi canasto
De tristeza a lavar,
Al estero del olvido,
Dejen, déjenme pasar.
Lunita, luna
No me dejes de alumbrar.
Tu cariño era el rebozo
Y nos abrigó a los dos,
Lo manchaste una mañana
Cuando me dijiste adiós.
Lunita, luna
No me dejes de alumbrar.
En la corriente del río
He de lavar con ardor
La mancha de tu partida
Que en mi pañuelo dejó.
Lunita, luna
No me dejes de alumbrar.
Soy la triste lavandera
Que va a lavar su ilusión,
El amor es una mancha
Que no sale sin dolor.
Lunita, luna
No me dejes de alumbrar.
[3] La lavandera de Jaime León Cuadra:http://escribeya.com/Poemas/lavandera-24413
Iba camino del río
Bordeando tupido trigal
Una niña celestial
De ojos color de luna
Descalzo sus desnudos pies
Carga un canasto de ropas;
En su corazón una copla
Y en sus manos el jabón.
Arrodillada en el río
Semejaba una princesa
Sus muslos en la maleza
Eran de nácar y olivos.
Y yo en mi triste olvido
La vi lavando ropas.
Las abejas de las rosas
Le cantaban al oído.
Ella lavaba ropas
Como princesa del río.
[4] Las lavanderas de Yerma. Fragmento.http://usuaris.tinet.cat/picl/libros/glorca/gl003a00.htm
En el arroyo frío
lavo tu cinta.
Como un jazmín caliente
tienes la risa.
Quiero vivir
en la nevada chica
de ese jazmín.
Las ropas de mi niño
vengo a lavar,
para que tome al agua
lecciones de cristal.

Enseñando a vivir ríos. Maestros

¿Qué hay, Gorrión? Espero que este año podamos ver por fin la lengua de las mariposas…
Así empieza el cuento de Manuel Rivas que a partir del guión de Rafael Azcona convertiría José Luis Cuerda en la bellísima película La lengua de las Mariposas (1999).
Lengua y flor [1]
Don Gregorio tenía cara de sapo, como casi todos los maestros que uno conoce cuando apenas levanta dos palmos del suelo. Enseñó a Moncho cosas de patatas, del mundo y de la vida. En sus paseos por el río hablaba de bichos, de libélulas, arañas, y mariposas. La ribera era sitio abierto de excursión y docencia sin otra música de fondo que la del agua entre piedras y troncos, y carreras de niños.
Don Gregorio y Gorrión [2]
Don Manuel no tenía cara de sapo; Don Emilio sí. Don Manuel fue el que me llevó por primera vez de excursión a un río. Pinos y molinos es lo que recuerdo de esa excursión, aparte los bocadillos, la cantimplora de agua y las escapadas de sus caricatos como a todos nos llamaba. Con esa edad, ya tenía costumbre de pasar el verano metido en acequias de huerta, siesta en catre de panocha, y baños en aguas turbias del Guadajoz. Quizá por eso no me acuerde de las espumas del Guadaira en cada azud, de la espesura y sombra de la ribera sobre los caminos de tierra y escaleras de piedra de Oromana. Cuarenta años más tarde, vuelvo a ver los chiquillos correr entre los pinares y las riberas. Ahora no juegan al escondite, juegan a orientarse con planos y brújulas, que tampoco es malo.
Caminos junto al río. Alcalá (2009)
Don Emilio nos enseñaba Historia y Sociales. Me acuerdo de Austrias y Borbones, de Guerras de 30 y 100 años, de causa, desarrollo y consecuencia de todo acontecimiento histórico que nos enseño a estudiar dirigiéndose a nosotros con ese terrible a ver Usted, cuénteme…Tampoco recuerdo que Don Emilio nos hablará de ríos, aunque seguro que nos contó más de una historia del Guadalquivir en esa visita el Archivo de Indias. Don Emilio era hombre serio, pero fue capaz de transmitirnos ese amor por la historia tan necesario para conocer un río como saber de bichos.
Archivo General de Indias [3]
Don Gregorio, Don Manuel y Don Emilio, son maestros, como otros muchos de los que vemos en estos tiempos de ajuste económico manifestarse ante la Delegación o Consejería correspondiente. Son maestros que entre paredes o riberas enseñan a vivir, a sentir la naturaleza y la historia de cada río como algo nuestros, a ser río como mariposas y molinos o barcos en el Guadalquivir, en el Guadaira, en el Guadalete y en otros tantos ríos como vidas de Andalucía.
Protesta docente [4]
Con el tiempo, tuve la oportunidad de trabajar con el Centro de Profesores de Sevilla, hoy como casi todo el sistema y el resto de los CEPs, pendiente de un hilo. Con Manolo y Paco montamos un curso de formación, El Agua en el Aula, con el que invitamos a los profesores, ahora alumnos, a trabajar el río Guadalquivir. Realizamos el primer y único encuentro sobre La educación y el Río en ese Pabellón de Mónaco reconvertido a foro y centro de formación e investigación en torno al agua, la Estación de Ecología Acuática Príncipe Alberto I de Mónaco.
Estación de Ecología Acuática [5]
Fueron tiempos buenos, mejores que los de ahora, por cuestión de crisis, de coyuntura o estructura. De actividad frenética con profesores, maestros y alumnos de instituto y colegio, de discusión sana de propuestas educativas en torno al río y el agua, también de descubrimientos y nuevos amigos. Agustín Cuello es uno de esos amigos [6]. Aunque conocía sus trabajos, no tuve ocasión de conocerlo personalmente hasta que participó en una de esas actividades con su llamada de atención sobre el potencial educativo del río. Luego volvimos a encontrarnos en otras reuniones, charlas o seminarios en Córdoba, Baena, Madrid, La Manchuela, Cádiz y, cómo no, Jerez.
Agustín Cuello Gijón [6]
En Jerez de la Frontera, entre reuniones y proyectos de obra, conocí personalmente a Agustín García Lázaro [7]; antes me había paseado por el entorno de Jerez a través del blog de los hermanos García Lázaro.

Agustín García Lázaro [7]
Agustí Cuello y Agustín García Lázaro son maestros, igual que D. Gregorio, D. Manuel y D. Emilio, aunque no lleven el Don. Cuello ha seguido su curso empeñado desde la Diputación de Cádiz en convertir el Guadalete y otros ríos de Andalucía en aula como la de D. Gregorio y Gorrión [8]. García sigue con sus alumnos en Jerez, transmitiéndoles la misma pasión por su tierra y el Guadalete como la que muestra con su hermano en el blog [9].
Escuela de Alcalá, 1933 [10]
Sirva esta entrada como homenaje a D. Manuel y D. Emilio, maestros de colegio de vieja escuela; a Agustín Cuello y García Lázaro, maestros y docentes de la didáctica; y a todo los D. Gregorio de cuento y realidad que siguen trabajando con sus gorriones entre ríos y riberas abiertas.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Vidas ajenas. La invasión de especies exóticas en los ríos (1)

Cada río y tramo fluvial tiene un conjunto de seres vivos característico. Factores distintos a distintas escalas determinan una u otra combinación de especies. A nivel de cuencas, el aislamiento de la red de drenaje y otros factores biogeográficos que operan a grandes escalas de tiempo limitan el número potencial de especies.
Jacinto de agua en el Guadiana [1]
Los gradientes abióticos a escala de cuenca en altitud, temperatura, conductividad y geomorfología concretan el número final es especies de cada tramo. Finalmente, la combinación de un determinado tipo de sustrato, velocidad de corriente y refugio permitirán la ocupación de una u otra especie en un mismo tramo.
Helecho de agua en Rivera de Cala [2]
Este patrón de diversidad es una característica más del ecosistema fluvial. La estructura de las comunidades de flora y fauna que encontramos en cada tramo se mide con diferentes índices de diversidad. A partir de estos índices se define el estado ecológico de una masa de agua superficial, sea río o lago natural, modificada o artificial.
Mejillón cebra en el Ebro [3]
De acuerdo con la normativa vigente, quedan cuatro años para que nuestros ríos alcancen un buen estado ecológico, o lo que es lo mismo, una combinación determinada de especies de flora (por ejemplo, algas diatomeas y macrófitas) y fauna (por ejemplo, macroinvertebrados y peces) no demasiado alterada respecto a un valor de referencia específico asociado a un río o lago sin ningún tipo de intervención humana significativa o estado natural.
Cangrejo rojo [4]
La aparición de una especie ajena al pool original, introducida directa o indirectamente por el hombre, altera la estructura natural de la comunidad y modifica las propiedades del ecosistema. La proliferación de la especie introducida puede afectar a la abundancia de las poblaciones autóctonas y modificar procesos ecológicos esenciales que deterioran la calidad de la masa de agua.
Pez sol [5]
Durante cientos de años, la introducción de estas de especies no ha sido un problema, incluso se ha fomentado con objeto de mejorar nuestra ictiofauna, controlar plagas, o mejorar las riberas. Sin embargo, cuando la introducción empieza a producir daños en el regadío, y en el abastecimeinto, cuando las centrales hidroeléctricas quedan inutilizadas, cuando desaparecen las truchas y cangrejos autóctonos, o cuando el río queda cubierto por una alfombra verde de plantas flotantes, nos echamos las manos a la cabeza, nos acordamos de otros tiempos y nos preguntamos qué está haciendo la administración para evitar estos daños.
Lucioperca [5]
Hablamos de las especies introducidas, de especies exóticas que de la mano del hombre de forma intencionada o no han sustituido a las especies nativas que deberían habitar el río en condiciones normales. Se trata de almejas, mejillones e hidrozoos que en obstruyen y ciegan rejillas y conducciones de riego, abastecimiento e hidroeléctricas; de truchas extrañas o arcoíris, de luciopercas, peces soles y blases; de cangrejos rojos y ocres; de helechos, lechugas y jacintos de agua; en el Ebro, Guadiana, Tajo o Guadalquivir, entre otras especies, ríos y cuencas.
Siluro en Mequinenza [6]
Inauguramos con esta entrada, una nueva serie dedicada a estas especies, en la que hablaremos de vidas ajenas de nuestros ríos, de daños económicos y ecológicos, pero también de medios y propuestas de control y erradicación en su caso.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Areneros

Me llaman “El Arenero”
porque el pan que me he comío
se lo he sacao grano a grano
a las entrañas del río
Areneros de Triana [1]
Esta es la soleá que cantaba Antonio González Garzón “El Arenero” [1], que habrían hecho suya también los areneros de La Corta en el Guadalete o los del Guadalquivir en Triana. Sobre estos últimos, Emilio Jiménez recoge en su blog dos textos más que nos llevan a tiempos pasados de río vivo en Sevilla.
Río, torre y arena [1]
Sobre los areneros de Triana, González Asensio escribió:
Decoración de agua dulce
que en el mar será salada,
sirve a resistentes barcos
mientras hacen su descarga.
El Guadalquivir vigila
a los hombres que en la plancha
guardan su gran equilibrio
con espuertas rebozadas.
Rebozadas con los áridos
que del rio son entrañas,
extraídas con los cazos
antes de salir el alba.
¡Ay, qrenero! ¡Arenero!
que trabajando en el río
entregaste toda el alma.
Y continúa con la estampa típica del arenero:
Aparecen en la orilla
areneros de Triana,
casi desnudos,  descalzos,
dispuestos a tirar anclas.
Areneros de Triana [1]
Constituyen estos textos una magnifica descripción de la vida del arenero de Triana ilustrada con imágenes y viñetas antiguas que no tienen desperdicio.
En el Guadalete, antes que las graveras se extendieran aguas arriba, la arena estaba en La Corta, poblado de chozas que creció con ladrillos a partir de los años cuarenta [2]. Los areneros, como en Triana, sacaban de las entrañas del río la arena que, en reatas de borricos con serones repletos, vendían a pie de obra.

Areneros de La Corta. Archivo RTVE
Más tarde llegaron los barcos areneros que remontaban el Guadalete desde el Puerto de Santa María. A mano, a golpe de pala y sudor, la gabarra se completaba hasta completar 50 y 60 toneladas como recuerda Francisco Rodríguez Atalaya [3]. Las máquinas aliviaron el trabajo de carga, pero también ayudaron a la construcción del nuevo azud aguas abajo del de La Corta. La boca del río se cerró, dejo de escupir tierra y se colmató, desaparecieron las playas, y la vida del arenero término.
Barco arenero [4]
Ya no quedan areneros en La Corta ni en Triana, como tampoco río vivo, sea Guadalete o Guadalquivir. Presas, motas y escolleras mataron al río. Lo fueron parando poco a poco hasta matarlo. Un río quieto sin corriente que traiga y mueva cantos, gravas y arena, es tanto río muerto de areneros como de peces.
Barcas areneras en La Corta. Archivo RTVE
Quedan areneros en otros ríos, pero no en los nuestros. La fotos que de los areneros de hoy hay que buscarlas en otros lugares lejos de esta tierra, en la distancia y dicen que en el desarrollo, pero no tanto en el tiempo. Como muestra aquí quedan las imágenes de Moisés Ruiz de los areneros del Cauca [5].

Arenero de marcha al trabajo. Cartago. Valle del Cauca. 1995 [5].
Areneros en el río La Vieja. Cartago. Valle del Cauca. 1995 [5]
Areneros en el río Cauca. Cartago. Valle del Cauca. 1995 [5]
[2] SIMÓ, J.P (2008). En “la corta” del río. Diario de Jerez. 16.11.2008.http://www.diariodejerez.es/article/jerez/280860/la/corta/rio.html
[3] MARTÍN, A. “No valoramos el río hasta que lo perdimos”. La voz digital. 4.04.2006.http://www.lavozdigital.es/jerez/pg060404/prensa/noticias/Jerez/200604/04/JER-SUBARTICLE-167.html

Riacheros

Los riacheros fueron gente del Bajo Guadalquivir. Nacieron de padre y abuelo riacheros en barcas o al cobijo de una choza junto al río como Luis Pozo [1]. Crecieron con escamas pegadas de albures y barbos y con callos en las manos de azada y hoz en tierras de Jerez y campos de arroz cuando la pesca faltaba.
Riacheros. Manuel de Arcos [5]
Eran seres de agua hasta que el tiempo los secaba en la chozas o en la plaza del pueblo, y que a veces entre nieblas volvían al fondo del río en un amasijo de madera y paño. Eran hombres de pesca, de angulas, albures, barbos y camarones, luego vendría el oro blanco y esos cangrejos rojos de la marisma.
Barco hundido [6]
Pescado, siempre pescado, como desayuno, almuerzo y cena en caldero sobre fuego de barca en caja de arena; y en el campo, lebrillo de ajo, pan y agua; siempre pan, comida de pobres en gañanías de cortijo, casas de viñas y chozas en el arroz.
Barcas en orilla [6]
Manuel Pazos [2] es y viene también de riacheros. Ahora los es a tiempo parcial, como otros riacheros, también labradores, ganaderos o que haga falta para salir adelante. Manuel rememora tiempos pasados de pesca de angulas, de kilos y miles de pesetas, e incluso de varios millones al año. Ahora pocas angulas entran en el río como si evitarán el barro y el metal de sus aguas entre buques navieros de gran tonelaje.
Barco y barca en el Guadalquivir [6]
Siempre se pescó anguilas en el Guadalquivir. Pero poco caso se la hacía a las angulas como a las huevas del esturión. Fue gente del norte la que nos enseñarían a valorar el caviar y la que impulsaría la pesca de la angula en ríos como el Guadalquivir y el Guadalete.

La barca angulera [6]
El Litri, hijo del Litri padre, y nieto del Litri abuelo, no es riachero pero saca beneficio directo de en su restaurante de Trebujena. En El Litri, restaurante, así como en otros establecimientos de la comarca, la angula entre ajos y cazuela de barro ocupa la cabecera de la carta, y un espacio privilegiado en la pizarra que anuncia “Hay angulas”.
Angulas del Guadalquivir [6]
El anuncio sigue pero ahora son otras angulas o cosas las que se ofrecen. En los últimos años  la cosecha ha ido bajando hasta tener que andar en barca horas y días para tener unos gramos de angulas. Tanto bajó que la administración al amparo de la iniciativa internacional de protección de la anguila dictó la “moratoria” correspondiente. El Decreto 396/2010, de 2 de noviembre, por el que se establecen as medidas para la recuperación de la anguila europea (Anguilla anguilla) [3], prohíbe la captura de esta la especie en cualquiera de sus fases de desarrollo en las aguas marítimas interiores y continentales de Andalucía durante un período de diez años.
Angulas del Guadalquivir [6]
Esta normativa ha sido rechazada por la totalidad del gremio y ha motivado reiteradas protestas en el entorno de Trebujena, Lebrija, Isla Mayor, y ante el mismo Parlamento andaluz de familias enteras de los últimos riacheros. Se alude al impacto de la pesca en las poblaciones de esta especie como una de las principales causas de su declive, pero se reconoce también el efecto combinado de la contaminación del agua por metales pesados, su turbidez y el efecto directo del dragado del río [4].
Ríacheros y Guardía Civil [6]
Ojalá que la administración sea igual de firme como ha sido con los riacheros y aborde medidas similares de carácter directo contra la fuente del resto de causas que también ha acabado con las poblaciones de angulas y otras especies de peces, y con un estilo propio de vivir el río Guadalquivir.

Protesta de ricaheros [6]
[1] GONZÁLEZ TURMO, ISABEL (2002). El hombre que vio comer a muchos hombres. Slowfood. http://www.slowfoodsevillaysur.es
[2] INGELMO, PEDRO (2009). Angulas en el fango. Diario de Jerez.16.04.2009.http://www.diariodejerez.es/article/jerez/400691/angulas/fango.html

martes, 20 de septiembre de 2011

Patrimonio Hidráulico de la cuenca del Guadaira

En la anterior entrada mencionamos al Guadaira como río de larga traducción molinera como lo fueron el Guadajoz y el Marbella en tierras de la  campiña cordobesa [1]. En estos últimos ríos, salvo raras excepciones, la ruina es el estado habitual de este tipo de aprovechamientos; su recuperación o puesta en valor debería ser un reto de proyectos tan importantes como Baena Cultura [2], con resultados espectaculares en la gestión del patrimonio arqueológico del municipio. Sin embargo, el Guadaira destaca por varias iniciativas que han recuperado buena parte de su patrimonio como el Programa Coordinado de Recuperación de Mejora [3].
Azud y molino de Benarosa (Río Guadaira) [7]
Hoy no detallamos los molinos de la cuenca del Guadaira. Como en el caso del Guadajoz, nos serviremos de una de las muchas publicaciones disponibles y que veremos en  su día para presentar de forma general un patrimonio hidráulico que se reparte entre el Guadaira y sus principales afluentes.
Restos del molino del Arrabal (Río Guadaira) [7]
El texto editado por la Consejería de Obras Públicas y Transporte de la Junta de Andalucía [4] sobre el Patrimonio Histórico en el ámbito rural de la cuenca del Río Guadaira presentan los resultados del inventario del patrimonio edificado y arqueológico del medio rural de la cuenca realizado en el ámbito del Plan Especial del Parque de Ribera [5]. Se presentan, castillos y torres defensivas, yacimientos arqueológicos, haciendas, cortijos, balnearios y otros elementos de interés ligados a la explotación tradicional de los recursos naturales y, cómo no, molinos hidráulicos.
Sobre el Guadaira, en el ámbito de Alcalá, el inventario incluye un total de 10 molinos, que se denominan del Arzobispo por su vinculación a la alta jerarquía eclesiástica como en el caso de don Remondo, a la postre arzobispo de Sevilla. El molino hundido aguas arriba de Alcalá, los molinos más conocidos de Alcalá como el de La Aceña, Benarosa, San Juan, El Algarrobo, Oromana, La Tapada, El Arrabal y el de Relaje, y finalmente los de Pelay Correa y Cerrajas aguas abajo forman este primer grupo de aprovechamientos.
Azud y molino de San Juan (Río Guadaira) [7]
En arroyo el Marchenilla, afluente por la margen derecha aguas arriba de Alcalá, se detallan 9 molinos desde su nacimiento hasta su desembocadura: Los molinos Nuevo, Tragabierro, Pared Alta, Cañiveralejos, Pasadilla, Granadillo, Hornillo, San José y La Boca.
Molino del Algarrobo (Río Guadaira) [7]
En el entorno de la Torre de El Gandul se localizan tres molinos, el de Arriba, En medio y Bajo. En al Guadaira, aguas abajo de Alcalá, en el término de Sevilla aparecen los restos de los Molinos de Minjoar, o lo que es lo mismo, los de San Juan de los Teatinos y el de la Torre Blanca. En Mairena del Alcor se describe el molino de San Pedro y conjunto de molinos del campo, con el La Latera. La Tranca, Los Arcos y El Culebro. En el arroyo Alcaudete en el término de Carmona aparece el conjunto de molinos del mismo nombre con los de San José, Santa Bárbara, San Nicolás y San Antonio. Por último, los molinos del Boticario, La Rubia, Jaedillos y Ojea en Arahal y Morón completan la lista de los 37 molinos inventariados en la cuenca del Guadaira.
Molino de Alcaudete [6]
[4] Patrimonio Histórico en el ámbito rural de la cuenca del río Guadaira. Consejería de Obras Públicas y Transportes. Junta de Andalucía (2000). 209 pp.
[6] José Manuel Navarro Domínguez (2008). El variado uso del agua en el arroyo de Alcaudete a fines del Antiguo Régimen. II Coloquio Internacional Irrigación, Energía y Abastecimiento de Agua: La Cultura del Agua en el Arco Mediterráneo. Alcalá de Guadaíra (Sevilla) 3 / 9 de noviembre 2008.
[7] Emiliano MELLADO (2010)

Patrimonio Hidráulico de la cuenca del Guadajoz

Guadajoz es el nombre del río que baña la vega cordobesa de Albendín. En la cartografía y los textos antiguos aparece también la variante Guadaxox, pero también otros nombre como Víboras, Almedinilla o Salado aludiendo a la alta mineralización de sus aguas. Es esté carácter salino el que en su día los romanos recogieron con el nombre de Salsum (Flumen), y el que con el tiempo se convertiría en el Wadsus/saws/salado [1].
Detalle de noria de Albendín
SALSVUM es también hoy día una magnifica iniciativa editorial del Área de Cultura del Ayuntamiento de Baena [2] que cuenta ya con dos números correspondientes a las monografías de 2010 y 2011. La última edición explora el patrimonio hidráulico de la cuenca del Guadajoz a través del trabajo de Ricardo Córdoba de la Llave y Juan Valera Romero sobre molinos, norias y otros elementos de este importante patrimonio histórico repartido en los términos de Baena, Castro del Río, Espejo, Luque y Córdoba [3].
Rueda o Noria de Albendín (Río Guadajoz)
Esta nueva numero incluye los resultados en el ámbito de la cuenca del proyecto Elaboración de la documentación técnica para la inclusión en el Catálogo General de Patrimonio Histórico Andaluz del conjunto de norias, aceñas y molinos fluviales de la provincia de Córdoba, subvencionado por la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en Córdoba.
Antigua noria de la Casilla de la Era en Albendín  (Río Guadajoz)
El estudio ofrece una descripción de un total 31 aprovechamientos hidráulicos, con una magnífica colección de referencias históricas desde el siglo XVI hasta la actualidad. En el río Guadajoz se describe un total de 15 aprovechamientos incluyendo Molinos harineros, centrales hidroeléctricas o fábricas de luz, y ruedas o norias de vuelo como la de Albendín y la del Puente de Baena. En el Marbella en un tramo de poco menos que 15 km se detallan otros tantos molinos, Un número nada despreciable, superior incluso a otros tramos molineros de ríos como el Guadaira en Alcalá o el de Arcos en el Guadalete de gran valor histórico y cultural.
Noria de la huerta de los Mármoles de Baena (Río Guadajoz)
A lo largo de las correspondientes entradas daremos cuenta de cada uno de estos aprovechamientos, con el objetivo de contribuir a la difusión de este rico patrimonio, e intentar su recuperación y puesta en valor. Una iniciativa que desde la acción pública y la participación ciudadana recupere la música pérdida del agua en orquesta de madera y piedra en las riberas del Marbella y el Guadajoz.
[3] CÓRDOBA DE LA LLAVE, R.; VARELA ROMERO, J. (2011). El Patrimonio Histórico Hidráulico de la cuenca del Guadajoz. Estudio y Catalogación. SALSVUM 2. Monografía del Museo Histórico Municipal de Baena. Edita. Ayuntamiento de Baena. 349 pp.